La cirugía asistida por robot les permite a los profesionales realizar procedimientos complejos con mayor precisión, flexibilidad y control, en comparación con las técnicas convencionales. Y si bien en los niños ha probado su eficacia, ¿por qué le falta para contar con la misma popularidad que en los adultos?
La cirugía laparoscópica pediátrica ha recorrido un largo camino desde sus inicios en 1970: los médicos pioneros Steve Gans y George Berci reportaron los primeros casos de cirugía mínimamente invasiva o laparoscópica en pediatría. Sobreviviente del Holocausto, Berci –que sigue trabajando, a sus 101 años– había estudiado Ingeniería Mecánica cuando era joven y ayudó a desarrollar la pequeña cámara utilizada en estos procedimientos.
Con el correr de los años, y a pesar de que la cirugía mínimamente invasiva aporta muchas ventajas, también quedó de manifiesto que los cirujanos necesitan realizar un gran número de casos para conseguir alcanzar los mismos resultados que por la vía convencional. La visión en dos dimensiones del campo quirúrgico, la escasa gama de movimientos que se puede realizar con el instrumental de laparoscopia y la escasa sensación táctil están entre las causas.
Y en el caso de la cirugía pediátrica, esas dificultades se ven agravadas por el limitado número de casos y la gran variedad de procedimientos que se realizan. Por eso, la cirugía robótica llegó para aumentar la capacidad técnica de los cirujanos, ya que disminuye las dificultades y las complicaciones que se asocian a la cirugía mínimamente invasiva.
Los primeros artículos sobre cirugía robótica en pediatría empezaron a aparecer hacia el año 2000, con lo cual se trata de un campo relativamente nuevo que ha suscitado diversos debates en la comunidad científica. Fue, incluso, en ese mismo año cuando la Food and Drug Administration (FDA) de Estados Unidos autorizó el uso del sistema quirúrgico Da Vinci, financiado por la Unión Europea.
El robot quirúrgico –que no funciona autónomamente sin la dirección de un profesional– ha probado ser eficaz en intervenciones delicadas y complejas en los campos de la urología, la ginecología, la cardiología, la pediatría y la oftalmología.
Fuente: Frontiers in Pediatrics |
En Argentina, la primera cirugía robótica pediátrica se hizo en 2008, en el Hospital Italiano de Buenos Aires. De todos modos, por la menor cantidad de casos comparativos, la adopción de la cirugía robótica es decididamente menos común en las especialidades quirúrgicas pediátricas en relación con las disciplinas quirúrgicas para adultos. Pese a esto, una encuesta a cirujanos pediátricos indicó que la mayoría considera que la cirugía robótica tiene un papel clave a futuro. De todos modos, más del 80% de los encuestados no tenían experiencia personal con esta.
Fuente: National Library of Medicine |
“A medida que los cirujanos adquieran más experiencia, habrá más procedimientos accesibles a la tecnología robótica. Desde el punto de vista conceptual, las cirugías a las que el sistema Da Vinci aporta más ventajas son aquellas que requieren una disección muy cuidadosa, las que se realizan en lugares de difícil acceso (como la pelvis) y aquellas que requieren la realización de suturas, actividad muy difícil en la cirugía laparoscópica convencional”, aseguraron especialistas del Servicio de Cirugía Pediátrica del Hospital Universitario Vall d´Hebron, en Barcelona. Y agregan que aún no existe evidencia suficiente en pediatría que compare los resultados de la cirugía convencional (abierta o laparoscópica) y la robótica.
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Cuestiones clave como la seguridad de los procedimientos en niños, los costos y los beneficios postoperatorios todavía deben ser estudiados en profundidad. Por las limitaciones técnicas y financieras específicas de la aplicación en pediatría, a la cirugía robótica le queda aún mucho camino por recorrer para tener la misma “popularidad” que en adultos.