Luego de un tratamiento oncológico y, sobre todo, de una intervención quirúrgica, resulta fundamental que se realice un estricto control del régimen del paciente. ¿El objetivo? Evitar complicaciones y deficiencias nutricionales.
Mantener hábitos saludables se posiciona como clave para garantizar una pronta recuperación; en ese sentido, incorporar alimentos proteicos libres de gluten puede contribuir y acelerar el proceso de sanación. Pero ¿en dónde radica la importancia de seguir una dieta específica?
Desde el diagnóstico de la enfermedad, el estado nutricional de los pacientes con cáncer puede variar tras someterse a diversos tratamientos –entre los principales, quimioterapia, terapia con hormonas, radioterapia, cirugía e inmunoterapia–. Por ello, es imprescindible que la persona flexibilice sus hábitos e incorpore a su dieta alimentos que aseguren una adecuada obtención de calorías, proteínas, vitaminas, minerales y carbohidratos, con el fin de mantener un buen sistema inmune.
Cuando el cáncer afecta directamente a la zona de la cabeza, el cuello, el esófago, el estómago, los intestinos, el páncreas o el hígado, principalmente, los esfuerzos por mantener los niveles nutricionales altos se dificultan, ya sea por problemas de deglución, saciedad precoz, alteraciones hidroelectrolíticas, malabsorción de grasas, entre otros.
A su vez, tras una intervención quirúrgica, es preciso que el paciente haga una dieta adecuada; de lo contrario, aumentarán las posibilidades de padecer complicaciones en el proceso de recuperación; por ejemplo: una mala cicatrización o infecciones.
Entre el 30 y 85% de los pacientes con cáncer padecen desnutrición. Fuente: Instituto Nacional del Cáncer |
Al igual que mantener una dieta balanceada antes, durante y después de un tratamiento oncológico, es importante evitar ciertos tipos de alimentos que podrían complejizar el cuadro clínico del paciente; como el gluten, una proteína que se encuentra en el trigo, el centeno y la cebada, y que es responsable de la elasticidad de la masa de harina.
Por lo general, no representa riesgos; sin embargo, los pacientes oncológicos pueden tener mayores dificultades para digerir esta proteína, ya que, tras su ingesta, se generan fragmentos que activan el sistema inmunológico cuando los detecta como tóxicos. En consecuencia, desencadena una reacción adversa.
Esos fragmentos se denominan prolaminas y se componen de gliadinas y gluteninas. Además, el gluten puede producir otras patologías, como la sensibilidad no celíaca hacia este, la manifestación de algún tipo de alergia e, incluso, dañar el intestino. No obstante, para evitar complicaciones en un paciente con cáncer, es preciso seguir una dieta balanceada:
Sustituir el pan blanco, la pasta y, en general, el cereal refinado, por otros sin gluten.
Sumar a las comidas granos enteros, como amaranto, quinoa, trigo sarraceno (alforfón), teff, mijo, maíz y arroz, ya que son buenas fuentes naturales de folato, tiamina, riboflavina, niacina y hierro; así como proteínas y fibras.
A su vez, conviene consumir alimentos ricos en:
Vitaminas A, C, E y D: se consideran los principales antioxidantes para contrarrestar los efectos de los radicales libres
Carbohidratos: son la más importante fuente de energía para realizar actividad física y mantener el funcionamiento adecuado de los órganos. Estos pueden clasificarse en complejos - alimentos menos procesados como la harina integral, avena o quínoa - y simples - productos industrializados como galletas, pasteles o confituras-. Mientras que los primeros contienen fibra y, por lo mismo, tienen una absorción intestinal más lenta y saludable, los segundos pueden contener gluten.
Grasas monoinsaturadas: permiten almacenar energía, mantener sano los tejidos del cuerpo y transportar algunos tipos de vitaminas a través de la sangre.
Proteína: contribuyen en el crecimiento y reparación del tejido corporal, así como a conservar sano el sistema inmunitario.
Entre el 30 y el 60% de los tumores están relacionados con la alimentación, por eso la dieta es la segunda causa prevenible del cáncer, seguida del tabaco. |
Además de controlar la ingesta de alimentos con gluten, los pacientes que se encuentren en proceso de recuperación oncológico requerirán mantener un equilibrio entre las calorías y las proteínas; en especial si se sometieron a una intervención quirúrgica reciente. En ese sentido, resulta preciso seguir las siguientes pautas:
Verificar con los médicos si debe restringir algún alimento, más allá de los que contienen gluten.
Solicitar asesoramiento con un especialista para seguir un plan nutritivo y balanceado; y, de este modo, sobrellevar cualquier fluctuación en el peso que pueda originarse a causa del tratamiento.
Evitar el consumo de carnes rojas, bebidas azucaradas, alcohol y ultraprocesados.
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Una dieta saludable es vital para las personas con esta patología, ya que pueden tener un mayor riesgo de padecer otras afecciones de salud; como cardíacas, diabetes tipo 2 y debilitamiento de los huesos. Por lo tanto, la ingesta de productos nutritivos no solo contribuirá en la prevención de otras enfermedades, también ayudará a revertir complicaciones, por ejemplo, la reducción drástica de la masa corporal. En definitiva, son en estos puntos donde radica la importancia de seguir este hábito alimenticio.