La irrupción de la anestesia fue uno de los avances en la medicina más revolucionarios y esperados, tanto por los pacientes como por los profesionales que buscaban diferentes alternativas para aliviar el padecimiento durante una intervención.
Operar sin dolor parecía una realidad inalcanzable, hasta que el 16 de octubre de 1846, el doctor William Morton cambió la historia para siempre: en Boston, Estados Unidos, Morton le suministró éter a un paciente mientras le extraía un tumor en el cuello, sin que sintiera dolor. Hoy en día es impensado atravesar una intervención quirúrgica sin anestesia, pero ¿cómo se operaba antes de su invención y cómo fue su repercusión en los procedimientos quirúrgicos?
Antes de la utilización del éter, se intentaron todo tipo de prácticas para lograr que el paciente no experimentara dolor. La mayoría involucraba la ingesta de alcohol y etanol, o la mezcla de hierbas, como adormidera, mandrágora o cannabis. En casos más extremos se golpeaba fuertemente en la cabeza a los pacientes, para producir un "knock-out" que los dejara inconscientes. Incluso se practicó la llamada técnica de compresión bilateral de la arteria carótida, que conseguía un efecto similar a cuando se 'duerme' una extremidad; o también se apretaba el cuello de la persona hasta que perdiera el sentido, para inducir una hipoxia cerebral.
Otra alternativa frecuente fue la utilización de las llamadas “esponjas somníferas”, es decir, esponjas empapadas con jugos de plantas con propiedades hipnóticas, que se aplicaban sobre la nariz y la boca del enfermo, para que, luego de varias inhalaciones, pudiera dormirse. En tanto, el opio fue el componente más utilizado como analgésico general hasta el descubrimiento de la anestesia por inhalaciones de gases. Esta sustancia se incorporaba a la preparación de alcoholatos e hidrolatos, obtenidos al destilar plantas con vapor de alcohol o de agua.
Le puede interesar: Las nuevas generaciones de cirujanos: ¿qué los diferencia?
Luego del manejo del éter ideado por Morton, se introdujeron más agentes de inhalación. Uno de ellos fue el cloroformo, presentado por James Simpson, en noviembre de 1847. Sin embargo, este agente resultó ser mucho más potente y generaba efectos secundarios más graves.
El siguiente gran avance fue la introducción de la anestesia local, a través de la cocaína, en 1877. Años después, llegaron otras técnicas más sofisticadas como la infiltración local, los bloqueos nerviosos, la anestesia espinal y la epidural, que en 1900 permitió una cirugía local de abdomen, sin tener que recurrir a los profundos efectos del éter y el cloroformo.
A principios del siglo XX, se introdujeron ingredientes menos tóxicos a las prácticas de sedación, que lograron perfeccionarse hasta la actualidad, a través de la incorporación de anestésicos inhalatorios más seguros y eficientes, que van desde agentes intravenosos o inhalados, hasta anestésicos locales y relajantes musculares.
La anestesia es muy segura; presenta una tasa de mortalidad de 1 caso entre 250.000 |
La anestesia no solo implicó una cirugía sin dolor, sino que también influyó en la calidad y duración de las intervenciones quirúrgicas. En sus comienzos, el espacio en donde se practicaban las operaciones carecía completamente de higiene y ninguno de los elementos se limpiaba después de cada uso, un factor que favoreció a las infecciones post quirúrgicas. También, para evitar el sufrimiento prolongado de la persona, las intervenciones se realizaban en muy poco tiempo: una amputación podía tomar dos o tres minutos y los cirujanos obtenían mejor reputación cuanto más rápidos fueran sus procedimientos.
Sin embargo, tras este periodo, se dejó de lado la celeridad en las operaciones y cobró relevancia la adecuada aplicación de la anestesia. Hoy en día, todos los procedimientos terapéuticos se realizan con técnicas anestésicas, y es por esta razón que el rol de los anestesiólogos se volvió fundamental, ya que brindan otro tipo de atención a los pacientes; en la actualidad, el profesional toma contacto previo con el paciente para que sepa quién será el encargado de “dormirlo” y explicarle detenidamente en qué consiste la técnica.
Con el transcurrir de los años, los anestésicos han ido evolucionado hasta el punto de ser un recurso indispensable en los quirófanos. Hoy en día, es común el uso de agentes anestésicos inhalatorios (AAI), que son sustancias volátiles empleadas en algunos procedimientos para aumentar el umbral de sensibilidad al dolor y eliminar el estado de vigilia. Los fármacos más comunes son:
Desflurano
Enflurano
Halotano
Isoflurano
Metoxiflurano
Óxido nitroso
Sevoflurano
Por otro lado, es común el uso de agentes intravenosos, de los cuales se puede aplicar concentraciones más bajas para evitar complicaciones en la intervención. Si bien existen muchos medicamentos que pueden usarse por vía intravenosa para producir anestesia o sedación, los más utilizados son:
Propofol
Etomidato
Ketamina
Barbitúricos. Entre sus derivados principales están Amobarbital, Metohexital, Tiamilal y Tiopental
Benzodiacepinas. Cuyos derivados son Diazepam, Lorazepam y Midazolam
Es mayor la probabilidad de sufrir un accidente de tránsito que la de padecer algún inconveniente durante el acto anestésico. Fuente: Asociación de Anestesia, Analgesia y Reanimación de Buenos Aires |
A pesar de que la evidencia científica demuestra que la anestesia en el quirófano es una técnica segura, existen otros métodos alternativos que sostienen que es posible lograr estados de analgesia o anestesia por medio de la psicología del paciente.
Esta práctica no reconocida por la medicina, se conoce como 'anestesia psicológica', 'noesiterapia' o 'psicoanalgesia volitiva' y fue apuntada por el cirujano español, Ángel Escudero. A través de la creación del Centro Internacional de Noesiología y Noesiterapia, Escudero lleva más de 40 años utilizando esta técnica, asociada al “aumento del estado inmunológico del paciente bajo el efecto de la respuesta biológica global armónica”.
En la actualidad es invaluable lo que significó para la humanidad el descubrimiento de la anestesia. Antes de su incorporación, la cirugía era el último y más arriesgado recurso para salvar una vida, al tiempo que sólo se podían ejecutar operaciones superficiales como amputaciones o extracciones de tumores. Gracias a su aparición, la cirugía pudo ralentizarse, volverse más precisa y trabajar sobre áreas sensibles del cuerpo humano, como el abdomen, el pecho y el cerebro.
Entérese de las últimas novedades en prácticas quirúrgicas.
Contamos con una amplia biblioteca de contenidos para usted.