En 2014, las imágenes de tres cirujanos exhaustos, tirados en el piso, tras realizar una operación durante 32 horas en un hospital de la provincia china de Fujian, recorrieron el mundo. Se trató de una intervención maratónica en la que se removieron múltiples tumores de un paciente. Y si bien resultó ser un caso extremo, ¿cómo logran los profesionales de la salud realizar cirugías de tantas horas?
Entre el 4 y el 8 de febrero de 1951 se efectivizó, en el Hospital de Chicago, la cirugía más larga de la que se tenga registro en la historia de la medicina: 96 horas les llevó a los médicos extirpar un quiste de más de 139 kilos a la paciente Gertrude Levandowski, de 58 años. Previo a la operación, la mujer pesaba 277 kilos y, después, 138. Los cirujanos extirparon el quiste con el mayor cuidado y lentitud posible, para evitar una fuerte caída de la presión arterial en la paciente.
Fuente: Newsweek |
Más recientemente, en 2012, médicos del Centro de Traumatismos R. Adams Cowley de la Universidad de Maryland, en Estados Unidos, realizaron, con éxito, una cirugía de 36 horas en la que un hombre de 37 años, Richard Lee Norris, recibió un trasplante de rostro: se reemplazó la mayor parte de su cara, excepto sus ojos y parte de su garganta. La operación incluyó la sustitución de la mandíbula, dientes, lengua y mejillas.
Si bien existen diversos ejemplos de intervenciones maratónicas, en la práctica, ciertos procedimientos quirúrgicos demandan muchas horas de trabajo para los cirujanos y sus equipos. Demasiado tiempo de pie y con una alta demanda de concentración, pero ¿cómo lo logran?
“Las personas suelen pensar que la sala de operaciones es un lugar silencioso y sereno. Dependiendo de la cirugía, a veces es lo contrario. En mi caso, hay música sonando y conversamos con el equipo sobre diversos temas. Si la intervención es larga, pero ‘rutinaria’, el tiempo suele pasar volando. Si el procedimiento no es común, el ambiente se pone más tranquilo” De esta manera, en 2017, Dave Light, oncólogo quirúrgico de cabeza y cuello, cuenta acerca de cuáles son las estrategias que utiliza al momento de enfrentar una cirugía.
Y agrega: “sé de cirujanos a los que les ponen una vía intravenosa para que no se deshidraten y pierdan la concentración, o tengan que parar. En mi caso, me hice una silla especial que permite que mi peso se desplace hacia adelante sobre mis costillas para que no lo tenga todo sobre mi espalda”.
Las rutinas y formas de encarar varias horas continuadas de cirugía varían según el profesional. Sin embargo es usual que para procedimientos muy extensos se disponga de varios equipos que se van suplantando a medida que avanza la intervención.
Fuente: Statista |
Una operación de trasplante hepático, por ejemplo, dura un promedio de cuatro horas, aunque las cirugías más largas se prolongan entre nueve y diez horas. “Una arteria hepática es algo del tamaño de la mina de un lápiz. Nos ponemos a mirarla y tenemos que hacerlo en una posición muy incómoda, porque el hígado se sitúa justo detrás de las costillas; no es fácil llegar a él. La reparas y no va bien; y lo corriges y sigue sin funcionar como quieres. Cuando por fin lo consigues, ha pasado hora y media”, detalló Patricia Ortiz, cirujana de la Unidad de Trasplante Hepático del Hospital de Cruces, en España.
Existen diversas maneras y recursos para abordar una cirugía de larga duración y cada equipo puede determinarlas en base a sus necesidades.
Crear un entorno de trabajo seguro para los profesionales que deben afrontar cirugías de larga duración es la clave para prevenir riesgos y posibles consecuencias en su salud y la de sus pacientes. Existen herramientas que pueden ayudar a preparar al profesional para ese momento extenuante y contribuir a su bienestar cuando tiene que llevar adelante la intervención:
Cada profesional tiene su experiencia y su manera de hacer frente a las demandas físicas y mentales de la práctica diaria. Conversar acerca de cuáles son sus necesidades durante la jornada de trabajo permitirá crear un ambiente adecuado para el desarrollo de la cirugía.
Las nociones sobre ergonomía y la conciencia sobre la propia postura ayudan a minimizar el impacto de tantas horas de cirugía, muchas veces sin ningún descanso entre medio. La capacitación del personal en estos tópicos ayudaría a tomar posiciones más adecuadas y una distribución acorde del peso. Disminuir el burnout y contar con jornadas de trabajo equilibradas que garanticen un buen descanso y la posibilidad de establecer hábitos saludables para su salud psicofísica.
Instalar estrategias de trabajo colectivas, como capacitaciones, charlas o puestas en común, con el fin de disminuir el estrés y crear equipos de trabajo basados en la confianza profesional.
Avanzar en un entorno saludable para los cirujanos resulta de una práctica diaria con efectos a largo plazo que permitirá que enfrenten el desafío de operaciones largas y demandantes, sin la acumulación de estrés y malestar sostenidos en el tiempo.
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