El envejecimiento cada vez más pronunciado de la población a nivel global es un fenómeno que se afianza de manera constante. Incluso, la expectativa de vida ha superado las proyecciones demográficas previstas.
Este escenario ha generado un incremento en la necesidad de intervenciones quirúrgicas en adultos mayores. Entre los procedimientos habituales para este grupo de pacientes se incluyen la artroplastía por fractura de cadera, la implantación de lentes oculares debido a cataratas, la cirugía prostática por hiperplasia o carcinoma, la implantación de marcapasos y las amputaciones por causas vasculares.
Sin embargo, es innegable que conforme avanza la edad de los pacientes, también se observa un aumento en las complicaciones perioperatorias. Los expertos coinciden al señalar factores como una mayor comorbilidad y el fenómeno de homeoestenosis, que implican la dificultad para volver a un equilibrio fisiológico.
Además de incrementarse los riesgos en los procedimientos quirúrgicos, dichos factores condicionan los tiempos de recuperación, la funcionalidad posterior y la necesidad de rehabilitación.
Por lo tanto, se deben considerar estas cuestiones al momento de decidir realizar una intervención quirúrgica. El paciente adulto mayor necesita evaluaciones y cuidados especiales en el perioperatorio. Sin dudas, el objetivo principal en todo momento es lograr la mejor calidad de vida junto a la mayor independencia y el menor sufrimiento.
Sin embargo, de acuerdo con las últimas investigaciones existe evidencia suficiente para decir que la carga de enfermedad asociada a la edad y no la edad por sí misma es la que determina la morbimortalidad perioperatoria en los adultos mayores. Pero, por supuesto, la edad se relaciona con comorbilidades que podrían poner en riesgo la evolución del paciente quirúrgico.
Entre los factores más prevalentes que intervienen en este tipo de pacientes, se encuentran:
- Hipertensión
- Enfermedad coronaria
- Patología pulmonar crónica
- Eventos neurológicos previos, entre otros.
Por todas estas incidencias la evaluación preoperatoria especializada utilizando instrumentos pronósticos objetivos, la adopción de elementos preventivos para complicaciones frecuentes y la estabilización de patologías crónicas subdiagnosticadas resultan un aporte fundamental a la cirugía.
Por otra parte, el seguimiento postoperatorio debería incluir el tratamiento inmediato de complicaciones como el estreñimiento, los trastornos hidroelectrolíticos, así como la pérdida de funcionalidad. Todo ello, complementado con cuidados y seguimiento geriátrico continuado luego del alta.
Durante la evaluación preoperatoria, en la que deberían estar involucrados especialistas en geriatría, anestesista, cirujano y un equipo interdisciplinario, deberá realizarse una evaluación exhaustiva de las comorbilidades y fármacos de uso habitual, así como la posible fragilidad de estos pacientes en el proceso quirúrgico y la amenaza de desarrollar déficit cognitivo postoperatorio.
También es muy importante tomar decisiones correctas respecto a la anestesia. Para ello, se debe tener en cuenta el tipo de cirugía, su grado de urgencia, las condiciones de salud del paciente al momento de la intervención y las características del centro asistencial.
Asimismo, se debe considerar durante la anestesia, la cirugía y el período postquirúrgico que la disfunción renal y hepática puede llevar a sufrir alteraciones del metabolismo y la excreción de las sustancias utilizadas por lo que será necesario prestar atención para ajustar las dosis y proponer intervalos de administración. En ese sentido, no está demostrado que un tipo de anestesia sea mejor para un determinado grupo de pacientes; por lo que la decisión sobre la elección de la misma se deberá estudiar caso por caso.
A su vez, es recomendable contar con apoyo y asistencia de los geriatras al equipo quirúrgico. Está ampliamente corroborado que las evaluaciones geriátricas adecuadas previenen complicaciones médicas y en pacientes frágiles disminuye la morbilidad, los tiempos de estadía hospitalaria y ayuda a una movilización precoz.
Dentro de esta evaluación se incluye por ejemplo: el área biomédica, mental, social y funcional del adulto mayor. En el área biomédica se analizan entre otras cosas, la presencia de enfermedades actuales agudas o crónicas, la presencia de enfermedades subdiagnosticadas y el registro de fármacos recetados o no que ingiere el paciente.
Por último, se deben tener muy en cuenta los cuidados postoperatorios del adulto mayor, esto abarca el manejo del dolor, la manipulación adecuada de catéteres, el tratamiento o prevención de delirium, la movilización adecuada y la terapia anticoagulante. Además, resulta imprescindible atender la prevención y tratamiento de infecciones, de úlceras por presión, así como la reacción adversa a determinados medicamentos y la retención o incontinencia urinaria o fecal.
La innovación en cirugía no sólo se trata de nuevos procedimientos, sino de incorporar tecnologías que ayuden a mejorar la performance de los profesionales.
En Cirugía Argentina trabajamos para que los mejores productos de cirugía estén en su quirófano.
¡Conózcalos!
