A mediados de mayo de 2020, un informe de la revista British Journal of Surgery producido por investigadores de la Universidad de Birmingham estimaba que las interrupciones hospitalarias generadas por la COVID-19 podían llevar a la postergación o cancelación de más de 28 millones de cirugías en todo el planeta.
Asimismo, este informe proyectaba que más del 70% de las intervenciones quirúrgicas canceladas serían las llamadas "planificadas". Dicha situación produciría “una acumulación de trabajo que deberá eliminarse una vez que finalice la interrupción debido a la COVID-19” y una larga espera para quienes precisaban resolver sus problemas de salud. ¿Qué sucedió, finalmente?
Cada año, se llevan a cabo alrededor de 230 millones de procedimientos de cirugías mayores en todo el planeta (1 por cada 25 individuos). (Fuente: Organización Mundial de la Salud) |
En comparación con otros territorios, la Argentina se ubicó a principios de la crisis sanitaria en el puesto 18 de los países que más cirugías podían suspender por semana; lo que superó las 27.000 cancelaciones. A su vez, durante las 12 semanas pico, se estimaba que serían anuladas el 36,7% de las intervenciones de pacientes con cáncer y el 22% de las obstétricas.
(Fuente: Clarín)
Cuando el número de personas contagiadas llegó a 502 en el país a finales de marzo, el Ministerio de Salud de la Nación les pidió a los hospitales públicos y privados que reprogramaran todas las intervenciones quirúrgicas que consideraban no esenciales. Según informaba el comunicado, el objetivo era liberar camas críticas que, eventualmente, podrían utilizarse para recibir la demanda de pacientes con la COVID-19.
De esta manera, a partir de un trabajo que comparó los indicadores de abril del 2019 con los de abril del 2020 de 31 centros asistenciales del país, se observó una reducción en:
Curva de contagios de la COVID-19 durante marzo de 2020, en la Argentina.
(Fuente: Perfil)
A las medidas de salud nacionales, se sumaron las locales. Por ejemplo, hacia mediados de julio de 2020, la provincia de Santa Fe comunicó la suspensión de las cirugías programadas ambulatorias en los hospitales locales, ya que, en ese momento, se esperaba que se diera el pico de contagios. En el mismo mes, el gobierno de Mendoza determinó una reducción del 15% de las cirugías planificadas para contar con la utilización del total de camas disponibles si fuera necesario. Esta medida significó, por ejemplo, que el trabajo en los quirófanos del Hospital Humberto Notti disminuyera un 20%.
A mitad de septiembre, al quedar cada vez menos camas críticas y al no alcanzar la dotación de enfermeros, el gobierno de Santa Fe volvió a suspender, mediante un decreto, las cirugías programadas e internaciones no urgentes, pero esta vez, específicamente, en el sur de la provincia (Belgrano, Iriondo, Caseros, San Lorenzo, Rosario, Constitución y General López), sólo quedaron permitidas en casos de urgencia. Lo mismo hizo Neuquén, hacia finales de diciembre, siguiendo sus pasos a partir de una resolución que exceptuó las prácticas de emergencia sólo en los casos de que hubiera un visto bueno tras ser auditadas por la Subsecretaría de Salud.
En los últimos meses cambiaron las rutinas y las formas de relacionarse, pero no las necesidades de los pacientes. Aunque, tal como plantea el Colegio de Cirujanos Estadounidense (ACS, por sus siglas en inglés), hay procesos quirúrgicos posibles de postergar de forma indefinida, la gran mayoría están asociados a enfermedades progresivas.
Si se consideraran los casos de los pacientes que, de no recibirlas, estarían corriendo el riesgo de que sus cuadros involucionaran y se volviesen más difíciles de tratar, según los expertos, los gobiernos deberían implementar estrategias para que la actividad quirúrgica se pueda llevar adelante de manera segura. Incluso, según el estudio Patterns of acute surgical inflammatory processes presentation of in the COVID‐19 outbreak, publicado en el British Journal of Surgery, aquellos infectados por este virus no estarían privados de seguir haciéndoselas, ya que “no afecta negativamente a su morbimortalidad”.
“La atención oportuna y adecuada de los pacientes es una prioridad, inclusive en situaciones de catástrofe como la que estamos transitando”, aseguraron desde la Asociación Argentina de Oncología Clínica (AAOC). Esto fue respaldado por profesionales de esta especialidad de todo el país, que advirtieron que su postergación traería un gran impacto negativo que podría extenderse por décadas.
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Pandemia mediante, distintos aspectos en la vida tanto de los pacientes como de los profesionales de la salud se vieron afectados. Las cirugías programadas no fueron la excepción. La recuperación de esta situación requerirá de la atención de médicos, administradores y el sistema en su conjunto para volver a operar en la "nueva normalidad".
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