Edición especial - Entrevista al Dr. Javier Belinky
El campo de la cirugía ha evolucionado a la par de los cambios constantes de la sociedad, dando la opción y la oportunidad a quienes no se identifican con su género de nacimiento a someterse a un tipo de intervención compleja e irreversible: la cirugía de confirmación de género.
Se trata de un procedimiento que consiste en un conjunto de intervenciones con la finalidad de adecuar la estructura genital de las personas que no se identifican con el género asignado al nacer, es decir, una situación que se manifiesta ante el desconocimiento, rechazo o no conformidad con el sexo biológico.
¿Cuáles son los riesgos y elementos más importantes que los cirujanos tienen en cuenta al momento de realizar este tipo de intervenciones?
El proceso de confirmación de género consta de varias etapas: comienza con un tratamiento hormonal que puede durar varios meses y termina con diferentes intervenciones quirúrgicas que van desde la propia reconstrucción genital hasta la feminización/masculinización facial y corporal.
Por lo específico del procedimiento, se requiere de la experiencia de un especialista en cirugía genital que cuente, además, con una larga trayectoria en el campo. Es el caso del doctor Javier Belinky, cuyo trabajo reconocido en el área lo posicionan como un referente. En la siguiente entrevista, el Dr. Belinky abordó los aspectos principales que se han de tener en cuenta al momento de llevar a cabo una cirugía de reasignación de género.
Lo primero es saber que se trata de pacientes sanos –sin complejidades de salud– que quieren readecuar su estructura genital para hacer coincidir su género con su sexo. Lo más importante es hablar con ellos sobre los alcances y posibilidades reales de la cirugía, de manera que los resultados coincidan con lo que cada persona espera. Respecto del éxito del procedimiento es sustancial manejar, en forma reconstructiva y compleja, la parte urinaria, genital y de tejidos y saber cómo resolver de manera adecuada posibles complicaciones para que no queden secuelas.
El paciente debe estar en condiciones de ser sometido a una cirugía de características significativas, como es esta. Para eso, se hace una evaluación preoperatoria, como en cualquier intervención mayor, y luego se debe charlar con la persona para que comprenda que la cirugía es irreversible y entienda cuáles son las posibles complicaciones. Esto es fundamental para que firme un consentimiento de que fue informado. Respecto a los requisitos, la Asociación Profesional Mundial de Salud Transgénero (WPATH, por sus siglas en inglés) establece que resulta preciso haber vivido con el género autopercibido por un periodo mínimo de un año, haber estado en tratamiento hormonal y haber sido evaluado, en algún momento de su vida, por alguna persona de salud mental. En Argentina, por ley, esto último no es condición sine qua non, aunque muchas veces se realiza en la etapa prequirúrgica si se considera beneficioso para el paciente.
En Buenos Aíres, el 92,2% de las mujeres transgénero se autoperciben con una identidad de género distinta a la asignada en el nacimiento, desde los 13 años o antes. Fuente: Ministerio Público de la Defensa |
Para la cirugía feminizante, lo habitual son cuatro días de internación, un mes dedicado a la recuperación quirúrgica y hasta dos meses para poder tener actividad física y sexual. Para la intervención masculinizante existen alternativas quirúrgicas con diferentes tiempos pero, en líneas generales, las más simples requieren un mes de cuidado y reposo en el postoperatorio y las más complejas, entre dos y tres meses hasta una recuperación plena.
En cirugía feminizante, para la mayoría de las vaginoplastías (cualquier procedimiento que resulta en la construcción o reconstrucción de la vagina) trabajo solo con mi equipo y, en la etapa previa, con endocrinólogos, psicólogos, psiquiatras. En caso de que fuera necesario sacar intestino para hacer vaginoplastías con colon, opero con un cirujano proctólogo laparoscópico.
En relación con la cirugía masculinizante, si son faloplastías (construcción o reconstrucción del pene) que no requieren colgajos libres vascularizados (microanastomosis), las hago solo con mi equipo y, en el caso de que sí se necesiten –el más común es el antebraquial–, las realizo con un equipo experimentado de microcirujanos.
En Argentina, la primera cirugía de cambio de sexo a un menor de edad se llevó a cabo en el año 2007. Tuvo lugar en la ciudad de La Plata y participó un equipo de, al menos, 10 cirujanos. Fuente: ABC |
Para la cirugía feminizante, las complicaciones más frecuentes son, en su mayoría, menores: apertura de algún punto, hematoma, sangrado o infecciones. Luego, las complicaciones menos frecuentes y específicas son: la estrechez de la uretra, que puede suceder si la paciente no hace correctamente los ejercicios de dilatación para mantener la neovagina y la pérdida de profundidad o diámetro de la vagina. Esto se repara con algún procedimiento para recuperar la profundidad vaginal. La complicación más temida es que se perfore el intestino cuando se está haciendo la cavidad para la neovagina; esto se puede reparar en el momento.
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Respecto de la cirugía masculinizante, las dos complicaciones más frecuentes son: a nivel del desarrollo de la uretra, por ejemplo, estrecheces o fístula, lo que genera que la orina salga de manera anticipada al meato uretral, y las complicaciones de la prótesis peneana. Para que el neofalo funcione se implanta una prótesis peneana que el paciente activa y desactiva. Como cualquier cirugía protésica, está sujeta a que funcionen mal, a que se infecten o a que se erosionen.
El Dr. Javier Belinky tiene una extensa trayectoria como urólogo cuyo trabajo es ampliamente reconocido. Ha publicado y presentado casos, estudios y avances sobre la reasignación de género en distintos espacios como en la Confederación Americana de Urología y la American Urological Association.
Hoy en día, se desempeña como docente de la Facultad de Medicina (UBA), trabaja como especialista en urología y reconstitución genital en el Hospital Carlos G. Durand, el Centro de Urología de Buenos Aires y el Sanatorio Güemes. Además, es miembro de la Sociedad Argentina de Urología y de la Confederación Americana de Urología. Pertenece al Board de WPATH.
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